Andas, sin fijarte mucho en lo que te rodea. Buscas, a veces, con la mirada algo que te llame la atención. Y respiras, hondo, tranquilo. Un día de lluvia, tu mirada gacha ve otros zapatos, otros pasos. Alzas la vista esperanzado y ves justo aquello que querías ver.
Otros ojos, ves el mundo a través de otra mirada. Una sonrisa, palabras, actos...Que te llevan allí donde estás en casa, que te recuerda quién eres. Los tuyos crecen y sientes orgullo, y ellos ven en ti a alguien que había estado triste y perdido, pero que ahora podía decir sin duda: ” Hola, SOY…”
Agarras con fuerza esa mano amiga, deseando no irte nunca de ese lugar, de su lado. El miedo te puede a veces, es verdad, nunca has dejado que nadie llegue a ti y hacerlo es difícil. Suele soñarse con cuentos de hadas, pero se tiene que luchar duro para que se hagan realidad. Pero siempre dije: “ Los valientes no son los que sueñan con victorias, sino los que luchan por ellas”
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